Arte y Literatura
Wayne Koestenbaum: Andy Warhol
Mondadori (Vita Breve), 2002
Si Epicuro se acercó en algún modo a la verdad, la felicidad, ese concepto abstracto que persigue todo ser humano, debió acompañar a Andy Warhol durante los años sesenta del siglo XX. Como mínimo parece ser que reunió las tres condiciones que el filósofo griego consideraba imprescindibles para alcanzar tan deseado estado: la amistad, la autosuficiencia y la capacidad para reflexionar sobre uno mismo. Para poder estar siempre con sus amigos, Epicuro creó en Atenas El jardín, algo así como la primera protocomuna; precedente también de The Factory, el epicentro del universo Warhol durante los años de catástrofe, de descubrimiento de nuevos territorios, que fueron (también) la década de los sesenta.
El libro de Wayne Koestembaum se centra en esta étapa creativa del artista de Pittsburgh y concretamente en todo lo que filmaba con su cámara. Es en el los trabajos cinematográficos donde más se extiende Koestenbaum, describiendo extensamente muchos de los films underground (en todos los sentidos) y aportando todo tipo de detalles de su producción. Andy Warhol lo editó en inglés Penguin, dentro de una colección de biografías, y ahora aparece en la colección Vita Breve de
Mondadori. Se trata de una biografía, sí, pero no es una lista de acontecimientos relevantes, ni una lista de cotilleos, ni siquiera una lista de banalidades, que tanto agradaban a Drella. Es un ensayo postmoderno, recorrido por la peripecia vital de Andrew Warhol y análisis estético de sus frutos kantianos. Desde las ilustraciones y diseños prepop de los años cincuenta hasta las polémicas series dedicadas a los fluidos corporales de los ochenta. Wayne Koestembaum dibuja la explosión del talento de Drella, su lucha por superar obstáculos, diluir barreras, ideas recibidas y descubrir nuevos caminos. La experimentación conlleva riesgos.
La Fábrica- the most important thing is work cantaba Lou Reed recordando con John Cale a Drella- es una evisceración de Andy. Las paredes plateadas son una metáfora de su piel- "I'll be your mirror"- expandiéndose con imparable timidez. 1968 señala un punto y aparte, después de que Valerie Solanas intentase asesinarlo- "she shot andy warhol"-. Durante los setenta el estilo Warhol se transforma en la etiqueta Andy Warhol Enterprises, en una marca. Recuerda a otra kafkiana metamorfosis genial, la de Salvador Dalí en Avida Dollars.
El libro invita a revisar tópicos sobre la intrascendencia o la capacidad crítica del autor de perlas ingeniosas como "Comprar es más americano que pensar". Andy Warhol es un artista de la imagen visual estática. Un creador de islas fuera de la tortura de la linealidad del lenguaje verbal, con el que se desenvolvía de forma tan especial. Quisiera detener el tiempo, registrarlo todo, contemplarlo todo y desaparecer. Como los aristócratas de Villiers de l'Isle Adam que abdican de sus vidas en sus criados. La luz del proyector nunca se detiene, mientras en la oscuridad de las butacas fingimos que no pasa el tiempo.
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